NAVARRA





  

                        El Amor no se olvida, permanece, es eterno. Cada acontecimiento es una encarnación de la eternidad. El tiempo, concreción de la eternidad. Donde el Inefable dialoga. Donde la palabra se hace carne. Lo eterno, humano.

                        Vivir, estar en medio de la muerte. Caminar por encima de lápidas mortuorias donde una fecha grabada es signo del encuentro entre lo humano y lo divino, entre lo caduco y lo eterno, entre el desamor y el amor.
Nacer, siempre nacer; nunca desaparecer. Grabar en piedra dos nacimientos: esto es la vida. Mas cómo grabar en el corazón del hombre la vida.

                   Sólo Dios; sólo la fe. La fe, cordón umbilical de la vida del hombre. Una gestación, una vida. Dios, matriz de vida. Entrañas de misericordia que hacen al hombre eterno. Mas cómo ser engendrado.

                        La libertad. La Palabra, semilla de vida, cabalga en todas las direcciones, es esparcida a los cuatro vientos. Ser receptivo, eso es la libertad. Así entrar en la vida, ser engendrado es recibir la palabra. Vivir es poseer la palabra. Abrirse, donarse, entregarse. Desaparecer para vivir.

                        Permanecer siempre en el Amor. Así quiero yo morir, sin retenerme, sin presentar batalla –pues, ya ha habido Uno que ha luchado por mí-. Sin agonía, sin lucha, entregándome, despojándome de mí mismo. Aunque signifique sufrir, pasar por el dolor. No, no quiero luchar, querer poseer algo; luchar desesperadamente por retener lo que no poseo: la vida. Pues ella me ha sido dada, regalada, y es una vida sin fin, que rompe todas las barreras... el tiempo, la muerte. Rotas las cadenas de la esclavitud al fin ¡libre! ¡vivo! La vida se entrega con la misma gratuidad con que ha sido recibida.

                        Todo se resume en un Amor infinito, inimaginado, inagotable y gratuito. Un Amor experimentado. Hecho acontecimiento, historia. Visto. Tocado. Gustado. Amor hecho amor. Amor en carne viva. Todo en el Amor. Ser amado. Dios. Padre. Nika !



UN SUEÑO NAVIDEÑO



                        ¡No! No; otra vez vuelvo a despertarme. En medio de la noche el dolor me ha despertado. Vagas sombras se reflejan sobre la pared blanca, inmaculada de mi habitación. Vuelven a amenazar con romper la tranquilidad del sueño. Amenazadoras traen el presagio de una agotadora noche; angustiosa noche de un dolor que carcome, roe las entrañas. Es insoportable el dolor; mas una visión nocturna, sin color, grisácea se hace más tediosa que el propio dolor. La noche, las sombras mortecinas, reflejos de pábilas luces, el dolor, la soledad. En el silencio de la soledad el grito del dolor se hace eco en las sombras que con más fuerzas lo repiten impronunciable, inefablemente. Una mueca, y todos los músculos en tensión. Hasta el alma se retuerce. No puedo pensar, ni hablar, ni gemir. El dolor me circunda, me abraza con sus fríos brazos, hiela mi alma. La muerte, con paciencia, se ha sentado junto a mi cama. Se hace más visible en la oscuridad. Abre sus fauces. ¿Huir? ¿Hacia dónde? No me puedo mover. Yo también, con paciencia, arrojado sobre la cama espero.

                        Mas mis manos buscan con movimiento reflejo sobre la cama. Ahora es más fuerte la agitación de la búsqueda que el dolor. Mis manos recorren la cama. En todas las direcciones palpan... ¿Dónde está? ¿Se habrá caído? ¡No! Si ha caído al suelo, no hay solución. Pues estoy atado, encadenado, crucificado por  los sueros y las máquinas. Estoy, soy preso. Mis manos luchan en la oscuridad con las sombras. Combaten contra el temor, contra lo irracional que se apodera de mi. No puedo pensar, no puedo luchar, no puedo resistir. La razón desaparece y surge lo irracional del hombre. El dolor ha matado la razón y la voluntad. Pero mis manos buscan y buscan. Ya no me siento.
¡Ah! ¡Por fin! He encontrado el interruptor de la bomba de morfina. Estoy salvado. Podré vencer al dolor. Podré dormir. Aprieto el interruptor y poco a poco la morfina recorre mis venas. Las sombras de la noche desaparecen engullidas con voraz apetito por la pared. ¡Oh! Sin dolor. Dormir...

                        Camino pausadamente junto con mi compañero. Caminamos. Nos acercamos al paisaje que de la niebla aparece cada vez con más nitidez. 

1 comentario:

  1. ME SORPRENDE DE VERDAD QUE COSAS TAN BELLAS TAN SORPRENDENTES

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